Según enfoques conservadores, los negocios de cualquier nivel requieren que sus operaciones estén fundadas sobre tecnologías de dimensiones apropiadas, escalable para soportar su expansión, y basada en estándares probados. No obstante, es en capitalizar rápidamente las tecnologías emergentes, es donde se ganan las ventajas competitivas.
Hoy es posible conjugar la potencia de procesamiento adecuada con la flexibilidad que necesitan los negocios en escenarios cambiantes como los actuales. Sus ventajas principales son: Es posible definir servidores de la capacidad necesaria, e incluso que ésta cambie a lo largo del día, sin más que unos pocos clicks.
Su costo es por uso, con lo cual la inversión en infraestructura propia es reemplazada por un gasto directamente proporcional a las demandas del negocio.
Los parámetros de calidad de provisión de los servicios de infraestructura en la nube son muy superiores a los logrables con infraestructura propia. (Piense: 99% de disponibilidad, significa que la infraestructura puede estar fuera de servicio 87,6 horas al año - 3 días/año y fracción-, aún así muy difícil de lograr internamente. En la nube, puede lograr disponibilidades de %99,97 -unas 2,6 horas/año de discontinuidad-, a un costo inferior).
Es posible contraer el tamaño de la infraestructura, y por consiguiente su costo. No se ve afectada por la obsolescencia tecnológica.
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